Esperilla y Maldonado...tanto monta



Los que habitualmente seguis este blog,recordareis que en una de las últimas entradas intentaba,de una manera sencilla,rendir un pequeño homenaje a toda esa gente que de una u otra forma intenta hacernos el Camino más facil.
Después de haber publicado la entrada que hacía referencia a Jose Luis (hospitalero de Tosantos),y de haberla leido varias veces,me quedé con la sensación de no haber estado a la altura esperada,........de que me había quedado un poco corto.

"Seguro que por Internet tiene que haber más de una entrada que haga referencia al tema en cuestión,pense"....... y.... fectivamente las espectativas no me defraudaron.Muchas fueron las que se hicieron eco de
"jose luis hospitalero tosantos".
Aunque me sería muy dificil decir cual de ellas es la mejor,me he quedado con dos,más que nada,por que sus autores son ya viejos conocidos del Camino y furon en su dia compameros de viaje.
Esperilla y Maldonado,tanto monta,son dos buenos conocedores del hacer de Jose Luis,veteranos peregrinos y autores de los siguientes artículos:



UN HOSPITALERO COMO UNA MADRE


La mañana amanece lluviosa. No tiene nada que ver el cante del Maldonado (esta vez, sí, recuperada la letra, y haciendo saltar algunas lágrimas)

Tras el desayuno echo a andar en solitario, buscando las vistas de la tarde anterior entre las luces tempranas. Ayer era un hermoso paisaje bañado de sol y de viento en calma, hoy la fina lluvia le confiere una pátina distinta que funde todos los colores al gris plomizo de un cielo encapotado.

Quería andar, andar y andar, y apenas he parado hasta Belorado. Recupero recuerdos delotro paso por estas tierras, tan distinto, en un agosto extremo de sol y calor asfixiante.
Los caminos están embarrados. Resulta difícil mantener el equilibrio sin caerse en los charcos. Debo andar por los sembrados, aplastando la primera hilera de trigo a los márgenes (¡A saber cuántos panes habré abortado! ¡No lo tenga en cuenta el Santo!)

La sensación de inmensidad, aunque conocida, me sigue aplastando. El albergue de Tosantos, al igual que el de Grañón, practica, por encima de credos y doctrinas, la hospitalidad. Me recibe José Luis, hospitalero, oblato terciario de S. Francisco (mírese en el diccionario), que me ayuda a quitar las botas y me enseña entero el albergue.
Es una construcción rústica pero cuidada, levantada con las manos de peregrinos voluntarios. La planta última, donde me aloja en un altillo vacío, tiene una especie de oratorio, un lugar íntimo y acogedor que prometo visitar de inmediato.

Se entra por una puerta con tamaño y forma de ventana. El cuarto resulta amplio, con suelo enmoquetado y paredes encaladas, sobre las que resaltan, como dedos artríticos, las vigas retorcidas de madera, troncos potentes de castaño. Cruzan el techo tres largos y robustos árboles, con señales mínimas de azuela, sobre las que descansa el resto del entramado: la Trinidad soportando el techo de este cautivador espacio.

En un rincón, dos pequeñas ramas, aún con yemas, en cruz, cuelgan ingrávidas, sujetas con tanzas. Una ventana, del tamaño de la puerta de entrada, ilumina tenuemente la estancia.
Los cristales emplomados dibujan alegres alegorías sobre el proceso de transformación del peregrino: sobre una base recta y amarilla aparecen dos lazos, uno de colores de tierra, otro celestiales. Se tocan primero para terminar la secuencia completamente separados. Un ángel azul de la guarda que protege, hasta su madurez, el andar del peregrino por tierras castellanas.
Conozco a un peregrino francés, de rostro bonachón y mejillas coloradas. Ríe constantemente y su nombre (él folla, en traducción fonética castellana), es motivo de broma. Habla en español por cuatro, yo en francés por medio, consagrando el fraternal intercambio. Aprendió en Guareña, pueblo extremeño en el que no he dejado de pensar en todos estos días, y en mi hermano y en mi cuñada. Las casualidades, otra vez, que vienen a enseñarnos.

La ceremonia nocturna (completa), después de la cena, termina con la lectura de los deseos escritos por anteriores peregrinos en los papeles expuestos, como ofrendas, en el humilde altar iluminado con velas rojas. La lectura se hará a diario durante veintiún días (el tiempo probable de llegar hasta Santiago). Supone un virtual abrazo de ánimo al peregrino que lo escribió y que a estas horas, ya próxima la cama, debe sonarle como una nana entonada con la misma emoción con que escribió los trazos.

Se reparten para su correcta lectura textos en francés, alemán, austriaco, italiano y español (lo que da idea del ambiente general que reina en esta temporada). Se me ocurre que, ante la duda, catalanes y sobre todo vascos, acudirán al español para asegurarse que su voluntad puede ser leída por alguien.

En la ceremonia, y habiendo yo traicioneramente avisado por la mañana de la inminente llegada al albergue de un peregrino musical, dirige los coros Maldonado, que es capaz de aguantar el tipo y cantarse los gori-gori sin inmutarse.

La despedida de José Luis, el hospitalero, es larga. Se ve que le cuesta dejarnos y tal como él mismo nos decía por la noche en reducido corro, me lo imagino llorando entre nuestra marcha y la llegada del primer peregrino en busca de su acogida. Cantamos con él, nos abrazamos y nos llevamos algo de su espíritu hacia ese oeste, para él, tan físicamente lejano. Como ocurrió en Grañón con Jean Pierre, quizás aquí más, José Luis hace que parezca que nos marchamos de casa. En la puerta, el tierno hospitalero nos da los últimos consejos que daría una madre, mientras mantiene su mano alzada hasta perdernos de vista.
Desde aquí, José Luis, oblato terciario de S. Francisco, un abrazo.





LA SOMBRA DE JOSÉ LUIS


Llegan peregrinos, preguntan si hay cama libre, te dan la credencial y mientras tomas notas de los datos les vas explicando donde están las duchas, el patio con las pilas de lavar, la cocina, etc.
Alguno trae una cara especial. Me refiero a esos que vienen solitarios desde los Pirineos o desde más allá y nada más verlos te das cuenta de que están viviendo una honda experiencia. Es una expresión a medias entre el cansancio y el entusiasmo, una especie de felicidad íntima que les rebosa por los poros y no pueden disimular, ni falta que les hace.
Nada más aparecer aquel brasileño me dí cuenta de que era uno de esos. Así que me atreví a preguntarle:
- ¿Qué tal está siendo tu camino?
Y lo primero que me dijo, con enorme emoción, fué:
- He conocido a José Luis en Tosantos.
Me dio una especie de calambre interior. Conozco a José Luis y le quiero, como todo el que lo conoce. El brasileño no lo sabía, claro, pero continuó:
- Es un santo en vida, un beato auténtico. Mi camino ha merecido la pena por conocer a un hombre como ese.
Y se puso a llorar nervioso, de forma incontenible y contagiosa. Debo confesar que a mí se me vino el puchero a la cara, joder, cuánta emoción, que casi me pongo a llorar con él de pura alegría.
Otro día volví a preguntar a otro peregrino qué es lo que le había impresionado más del camino y también me dijo:
- El haber conocido a José Luis en Tosantos.
No me resisto a contar estas anécdotas, pues sé que alegrarán a los amigos de ese hombre extraordinario. Cuando llegó por el albergue un actor y veterano peregrino –hospitalero llamado Antonio, que era amigo de José Luis, lo llamamos por teléfono. El buen José Luis me confesó que estaba agotado y que necesitaba unos días de descanso, pues había días que sólo dormía un par de horas. Es impresionante la forma de entregarse a los peregrinos que tiene, y parece que le han fallado algunos ayudantes que iban a ir por Tosantos, con lo que se ha cargado de excesivo trabajo. Desde aquí quisiera hacer un ruego a los peregrinos que pasen por allí. Échenle una mano, denle fuerzas para que no se nos agote y pueda seguir con su maravillosa labor. He podido ver la huella que deja en los peregrinos. Su sombra llegaba desde Tosantos hasta El Acebo.
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1 comentario:

  1. Querido luis, acabo de leer tu blog y debo felicitarte por él, me parece un
    sentido homenaje a quienes quisimos (y queremos) por su entrega al camino.
    Es un honor que te hayas acordado de mi texto para ilustrar la figura de
    José Luis.
    Muchas gracias. Un abrazo.
    M.Esperilla

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Consejos a la hora de hacer el Camino

Si está empezando a leer esto es porque está interesado en hacer el Camino de Santiago; pero realmente, ¿Sabe qué es el Camino de Santiago?; ¿ha caminado o pedaleado alguna vez?; ¿está dispuesto a sufrir el calor, la lluvia o el frío?, ¿a saborear la amistad, el paisaje, la soledad o los silencios?.

¿Qué es el camino de santiago?

Desde el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, en el siglo IX, el Camino de Santiago se convirtió en el más importante itinerario de peregrinación de la Europa medieval. El paso de innumerables peregrinos que, movidos por su fe, se dirigían a Compostela desde todos los países europeos, sirvió como punto de partida del desarrollo artístico, social y económico que dejó sus huellas a todo lo largo del Camino de Santiago. Pero, el Camino no es sólo un resto arqueológico de un espléndido pasado histórico, sino que es un camino vivo, renovado por el paso de los nuevos peregrinos que reviven en este siglo una historia que es patrimonio común a los pueblos de Europa.
Peregrinar a Compostela al modo tradicional no es simplemente hacer un recorrido turístico o deportivo por un itinerario artístico en contacto con la naturaleza. Es todo eso; pero es mucho más. Es encontrarse con las raíces religiosas e históricas de Europa, es renovar un Camino de transformación interior, es caminar al ritmo de otros siglos, es. peregrinar.
Podemos decir que el Camino de Santiago es un símbolo. Es una ruta de fe; una ruta de arte y cultura; una ruta ecológica y humana: un encuentro con la trascendencia; la búsqueda de uno mismo; una peregrinación a Finisterre, al misterioso morir y renacer. Es una aventura física y espiritual y hay que prepararse para ella.

¿Ha caminado alguna vez?, ¿Ha pedaleado alguna vez?

Seguramente sí, pero no es lo mismo hacer un pequeño recorrido por las cercanías de su ciudad, y de forma esporádica, que emprender una aventura como el Camino Francés. Para que esta experiencia le resulte grata, antes de ponerse en marcha conviene que busque información, que conozca la historia del Camino, que se prepare físicamente para poder realizar la peregrinación. Para ello puede ponerse en contacto con caulquier asociación de Amigos del Camino de Santiago . En ellas le facilitarán la información que necesita y le orientarán sobre la organización de las etapas, libros de consulta, lugares de alojamiento y los consejos prácticos que necesita un peregrino.

El Camino de Santiago a pie

Antes de caminar
Para muchas personas la peregrinación a pie a Santiago de Compostela ha sido una de las experiencias más gratificantes de su vida. Al mismo tiempo es un empeño físico y mental que hay que preparar a conciencia. Los siguientes consejos pueden ayudarle.

Preparando el recorrido
Antes que nada hay que procurar ambientarse a base de leer algo sobre la historia del Camino y la peregrinación, que nos ayude a sentirnos eslabones de la gran cadena de peregrinos que nos han precedido, y nos prepare a disfrutar mejor del recorrido. Consulte las guías más actualizadas que existen en el mercado.
Procure hacer un plan de etapas previo, pensando que lo normal es recorrer de 25 a 30 kilómetros cada día. Conviene programar al principio etapas cortas para que su cuerpo se vaya adaptando. Al cabo de unos días ya estará entrenado y podrá hacer etapas más largas. Puede programar algún día de descanso; pero, lo mejor es que realice algunas etapas cortas (sobre 15 Km.), haciéndolas coincidir con el paso por los lugares que quiera visitar detenidamente.
Consulte la lista de albergues actualizada si desea usarlos.Estos alojamientos son exclusivamente para los que peregrinan a pie o bicicleta sin realizar tramos en vehículo, y no se pueden hacer reservas. Los grupos grandes de peregrinos conviene que busquen otras alternativas fuera de los refugios habituales. Suelen tener más medios a su alcance y no es lógico que llenen los albergues y dejen a otros peregrinos en la calle.
La peregrinación andando está al alcance de la mayoría de las personas aunque no sean atletas, siempre que sepan dosificar el esfuerzo en función de sus posibilidades físicas. Tendrá que entrenarse realizando caminatas cada vez más largas y, a ser posible, con la mochila cargada con todo el equipo imprescindible que piense llevar, así comprenderá que cuando "pesa", lleva más de lo "imprescindible", y es mejor dejar lo superfluo en casa.

Preparando el equipo

1. La mochila: Será su compañera de camino durante muchas horas por lo que debe ser cómoda y ligera. Procúrese una de tipo anatómico, con correas en la cintura y el pecho, y con bolsillos laterales superiores. Hay que meter las cosas en la mochila de forma ordenada y en bolsas de plástico de diversos colores para facilitar su uso y prevenir que se puedan mojar. El peso es un tremendo problema, que se evita prescindiendo de casi todo. Si excede de 10 Kg. "le pesará". Al cargarla hay que distribuir lo más pesado al fondo y lo más próximo posible a la espalda. Nunca es conveniente llevar nada fuera de la mochila colgando porque se moja o se pierde con facilidad.

2. Saco de dormir: Es imprescindible si piensa utilizar refugios o albergues de peregrinos. En verano no es necesario que sea muy grueso y por tanto muy pesado. También es conveniente llevar una esterilla para no dormir directamente en el suelo.

3. Calzado: Hay que llevar más de un par y procurar que el pie esté previamente acostumbrado a ellos (usados). Lo ideal sería una bota de tejido, ligera y transpirable, que proteja los tobillos de los esguinces y facilite caminar entre piedras y barro. En verano se pueden utilizar zapatillas de deporte si las botas le resultan incómodas.

4. Ropa: La justa. Dos juegos de cada pieza (camisa, pantalón.); mudas y calcetines necesarios; un jersey y chubasquero o capa que en caso de lluvia pueda tapar la mochila. Una bolsita con detergente facilitará la limpieza y que al final de la jornada se pueda poner ropa limpia. Será agradable para usted y para el olfato de los demás. El estilo y la vestimenta es aconsejable cuidarlos, de forma que se nos identifique como peregrinos y no como simples deportistas. Para ello llevaremos en la mochila la concha y en la mano el bordón del caminante. Es conveniente portar un sombrero de tela o paja; este último especialmente en épocas de calor. Siempre conviene llevar a mano un pantalón largo, que se los pueda poner fácilmente sin quitarse el calzado, y una prenda para evitar enfriarse en las paradas y poder vestirse de forma discreta para entrar en las iglesias, tiendas refugios, etc.

5. Comida: Siempre hay que llevar un poco de comida encima, sobre todo frutos secos, fruta o chocolate; y la cantimplora llena. Es inútil cargar comida para más de un día. En los albergues le informarán si hay dificultades para encontrar alimentos en los siguientes kilómetros.

6. Botiquín: Se puede llevar un pequeño botiquín con yodo, esparadrapo de tela, gasas estériles, tiritas, algún laxante, antidiarreico, una crema anti-inflamatoria y crema solar con alto grado de protección.

7. Bordón: Un bordón ayuda a caminar aunque "a priori" parezca molesto.

8. Varios: Linterna. Una bolsa de plástico (con cordones para colgar al cuello) facilita llevar a mano los mapas sin que se rompan ni mojen. Además de una guía con mapas, puede llevar un libro pequeño que le ayude a la reflexión (Evangelio u otro libro religioso, poesía, y algo sobre historia y arte del Camino); pero no pretenda llevarse toda su biblioteca. Una libreta para tomar notas. No es bueno llevar mucho dinero encima. Es mejor usar tarjetas de crédito o cheques de viaje. Conviene que su familia tenga una idea de su recorrido y los teléfonos de las Oficinas de Información para localizarlo en casos urgentes. Gafas para el sol. Una pequeña navaja multiuso y lo que considere esencial completarán su equipamiento básico. (Atención al peso).

9. Documentación:

1. Personal: El Documento Nacional de Identidad o Pasaporte, y la Tarjeta de la Seguridad Social o cualquiera de Asistencia Sanitaria.

2. De peregrino: Credencial de Peregrino: En esta misma página existe un apartado que explica cómo obtenerla.


Al caminar

Tenga en cuenta que todo el camino está marcado a base de flechas amarillas y mojones de piedra. Esta señalización suele ser más fiable y actualizada que la de las guías, en caso de duda., siga la flecha.
En verano evite las horas de más calor a base de salir lo más temprano posible (procure no hacerlo de noche). Póngase crema protectora para el sol y no use durante muchas horas, sobre todo en los primeros días, camisetas y pantalones cortos. Procure, al principio, no caminar muy rápido hasta que conozca su ritmo. Si peregrina en grupo procure adaptarse al ritmo del más lento, en el Camino no hay que buscar llegar el primero, sino llegar.
Si usa los albergues de peregrinos comprobará que no todos reúnen buenas condiciones: acepte lo que le ofrezcan y agradezca el esfuerzo de las personas que trabajan para ayudarle de modo altruista. Procure colaborar para dejar los albergues limpios y ayude con un donativo para sus gastos de mantenimiento. Por la noche recuerde que hay que respetar el descanso de los demás. Apague el teléfono móvil. Los refugios están previstos para pasar una sola noche y tan sólo para los que peregrinan a pie, en bicicleta o a caballo. En caso de enfermedad consulte con los responsables del refugio, que dependiendo de las circunstancias, le informarán si puede quedarse una jornada más y donde puede encontrar atención sanitaria.
Hacer la peregrinación a Santiago implica una cierta sobriedad en los gastos; no es de recibo el caso de algunos que piden refugio gratuito y luego gastan el dinero sin control en otras cosas. Ser peregrino incluye el ser honesto.
Trate con amabilidad a la gente que encuentre al borde del Camino: no son "ignorantes" que deben estar a su servicio, sino personas normales que suelen tratar bien a los peregrinos porque los que han pasado antes que usted los han tratado así a ellos.
Al caminar por carretera sea prudente, no olvide que es la parte más débil y que los automóviles no se fijan demasiado en un "simple peatón".
Si encuentra alguna deficiencia o se le ocurre alguna sugerencia para mejorar las cosas, póngase en contacto con alguna de las oficinas de información. No se desanime aunque tenga problemas, éstos forman parte de "su Camino" y muchos peregrinos antes que usted los han tenido y los han superado.

¡ULTREIA!.