El tiempo juega en contra de la recuperación del Códice Calixtino, robado de la Catedral de Santiago. Los expertos consideran imposible la colocación en el mercado del manuscrito del siglo XII. Por ello, crecen las sospechas de que se trata de un robo por encargo. Algunas fuentes temen que el libro pueda ser troceado para ser vendido por partes, como ocurrió con los mapas de Ptolomeo, robados de la Biblioteca Nacional y finalmente recuperados.
La policía ha terminado prácticamente los interrogatorios a todos los trabajadores de la catedral de Santiago de Compostela. Son muchos los que creen que la información que sirvió a los autores del robo del Códice Calixtino compostelano partió de dentro.
Paralelamente, la policía trabaja también en la revisión de 400 horas de imágenes grabadas por cámaras de seguridad. Los investigadores esperan que del visionado total pueda salir una primera lista de sospechosos. Ya se sabe que ninguna de esas cámaras apuntaba al Calixtino, sino a espacios comunes, de ir y venir a través del claustro. En realidad, la habitación del Códice Calixtino no estaba controlada.
La posición de las cámaras ha llamado la atención de la policía, así como la peligrosa costumbre de las tres personas que tenían acceso al códice, el deán y dos historiadores catedralicios, de dejar la llave de la habitación donde se guardaba el Calixtino puesta en la cerradura.
La policía también realizó controles en las horas siguientes a conocerse el robo en Galicia, aunque son muchos los que dan por hecho que el manuscrito ha podido salir ya de España. La primera recogida de huellas y material genético no dio grandes resultados, tal y como se esperaba. Los policías gallegos están siendo ayudados por personal altamente especializado de la Brigada Central de Patrimonio de Madrid y también ha sido alertada la Interpol.
El Códice Calixtino se custodia en la Catedral de Santiago de Compostela desde el siglo XII y tan sólo ha salido de los muros del templo en dos ocasiones, en los años 1975 y 1993 para sendas exposiciones.
De modo que, formuladas ya la casi totalidad de las teorías posibles, y a la espera de que en cualquier momento se resuelva el caso, hay algo que cada día parece más claro: que el robo del Códice Calixtino en la catedral de Santiago demuestra no sólo que la pieza no estaba muy segura, sino que ahora pocos se atreven a asegurar que toda la catedral lo sea. Y, quizá, que la ciudad misma no queda tan a salvo como se creía de alguien decidido a llevar adelante una barbaridad.
Una vez más sin la intención de sembrar alarmas infundadas no puede eludirse otra hipótesis preocupante: si quien se llevó el Códice con aparente facilidad en vez de ser un ladrón hubiese sido un terrorista, pudo haber colocado allí una bomba y, por tanto, demostrado la vulnerabilidad de un recinto que recibe cada año a millones de peregrinos. Y que por tanto es objetivo de cualquier organización que se proponga la violencia como mensaje.
En este punto, y tras recordar que la catedral no es un museo sino un recinto religioso de dimensión universal -y por tanto objetivo potencial de quienes ven en su advocación motivo para atacarlo-, conviene tener presente que se habló, sin desmentidos, de que hay informes policiales según los cuales Galicia es zona susceptible de atentados. Y precisamente por eso su blindaje no ha de quedar tan sólo para un Año Santo o las cumbres políticas.
Y, es preciso repetirlo, no se trata de alarmar sino de reflexionar a partir de un hecho que, como el robo y sus circunstancias podría excitar imaginaciones indeseables. Y sobre el hecho de que la protección actual, que todos creían suficiente, podría no bastar: al fin y el cabo, el robo se cometió burlando la seguridad interior de la catedral, pero los ladrones sortearon con facilidad la exterior, si es que la había.
En el fondo aparece una vez más la cuestión de la seguridad a la que se había referido, en otro tipo de actividades ilegales, los especialistas que alertaron sobre los pactos entre narcos colombianos y gallegos. Y es que los delincuentes acuden allí donde pueden actuar con más éxito y menos riesgo y por tanto cuantos más y mejores sistemas preventivos se desplieguen, mayor efecto disuasorio se consigue. Es de Pero Grullo, pero conviene repetirlo.
Los cuerpos de seguridad hacen su trabajo, y en general de forma eficaz. Pero los riesgos crecen, y es imprescindible reforzar sus medios y aprovechar las experiencias, sobre todo las negativas, para seguir aprendiendo y evitar que se repitan.
¿No...?
La policía ha terminado prácticamente los interrogatorios a todos los trabajadores de la catedral de Santiago de Compostela. Son muchos los que creen que la información que sirvió a los autores del robo del Códice Calixtino compostelano partió de dentro.
Paralelamente, la policía trabaja también en la revisión de 400 horas de imágenes grabadas por cámaras de seguridad. Los investigadores esperan que del visionado total pueda salir una primera lista de sospechosos. Ya se sabe que ninguna de esas cámaras apuntaba al Calixtino, sino a espacios comunes, de ir y venir a través del claustro. En realidad, la habitación del Códice Calixtino no estaba controlada.
La posición de las cámaras ha llamado la atención de la policía, así como la peligrosa costumbre de las tres personas que tenían acceso al códice, el deán y dos historiadores catedralicios, de dejar la llave de la habitación donde se guardaba el Calixtino puesta en la cerradura.
La policía también realizó controles en las horas siguientes a conocerse el robo en Galicia, aunque son muchos los que dan por hecho que el manuscrito ha podido salir ya de España. La primera recogida de huellas y material genético no dio grandes resultados, tal y como se esperaba. Los policías gallegos están siendo ayudados por personal altamente especializado de la Brigada Central de Patrimonio de Madrid y también ha sido alertada la Interpol.
El Códice Calixtino se custodia en la Catedral de Santiago de Compostela desde el siglo XII y tan sólo ha salido de los muros del templo en dos ocasiones, en los años 1975 y 1993 para sendas exposiciones.
De modo que, formuladas ya la casi totalidad de las teorías posibles, y a la espera de que en cualquier momento se resuelva el caso, hay algo que cada día parece más claro: que el robo del Códice Calixtino en la catedral de Santiago demuestra no sólo que la pieza no estaba muy segura, sino que ahora pocos se atreven a asegurar que toda la catedral lo sea. Y, quizá, que la ciudad misma no queda tan a salvo como se creía de alguien decidido a llevar adelante una barbaridad.
Una vez más sin la intención de sembrar alarmas infundadas no puede eludirse otra hipótesis preocupante: si quien se llevó el Códice con aparente facilidad en vez de ser un ladrón hubiese sido un terrorista, pudo haber colocado allí una bomba y, por tanto, demostrado la vulnerabilidad de un recinto que recibe cada año a millones de peregrinos. Y que por tanto es objetivo de cualquier organización que se proponga la violencia como mensaje.
En este punto, y tras recordar que la catedral no es un museo sino un recinto religioso de dimensión universal -y por tanto objetivo potencial de quienes ven en su advocación motivo para atacarlo-, conviene tener presente que se habló, sin desmentidos, de que hay informes policiales según los cuales Galicia es zona susceptible de atentados. Y precisamente por eso su blindaje no ha de quedar tan sólo para un Año Santo o las cumbres políticas.
Y, es preciso repetirlo, no se trata de alarmar sino de reflexionar a partir de un hecho que, como el robo y sus circunstancias podría excitar imaginaciones indeseables. Y sobre el hecho de que la protección actual, que todos creían suficiente, podría no bastar: al fin y el cabo, el robo se cometió burlando la seguridad interior de la catedral, pero los ladrones sortearon con facilidad la exterior, si es que la había.
En el fondo aparece una vez más la cuestión de la seguridad a la que se había referido, en otro tipo de actividades ilegales, los especialistas que alertaron sobre los pactos entre narcos colombianos y gallegos. Y es que los delincuentes acuden allí donde pueden actuar con más éxito y menos riesgo y por tanto cuantos más y mejores sistemas preventivos se desplieguen, mayor efecto disuasorio se consigue. Es de Pero Grullo, pero conviene repetirlo.
Los cuerpos de seguridad hacen su trabajo, y en general de forma eficaz. Pero los riesgos crecen, y es imprescindible reforzar sus medios y aprovechar las experiencias, sobre todo las negativas, para seguir aprendiendo y evitar que se repitan.
¿No...?
poruqe se supone que el codice calixtinus ha sido robado este año y no que hace años que se robo¿?
ResponderEliminarde hecho puede alguien demostrar que el que fuer robado de la catedral era el verdadero codice, o por lo contrario una copia para despistar del robo del verdadero producido vete tu a saber cuando!